martes, 8 de noviembre de 2011

los plebeyos


Antes de señalar quienes eran los plebeyos, para responder a Javi, es interesante comentar que el Senado estaba, con respecto al resto de los romanos, en la misma posición que el padre con respecto a su familia. Como un padre, el Senado era más viejo y más sabio, y se esperaba que sus órdenes fuesen obedecidas. Ahí estaban los límites.
En cuanto a los griegos hay que recordar que eran los inventores de la democracia y los asuntos lo trataban en los tribunales.
Veamos quienes eran los plebeyos.
Los apuntes que presento los he sacado, como lo hice con los patricios, del libro “Historia universal de Roma” de Carl Grimberg. Y despues de leer cómo lograron el poder, podemos decir que no hay nada nuevo debajo de la capa del cielo.

Los Plebeyos

Los plebeyos eran los extranjeros y los descendientes de tales inmigrantes. Se establecieron principalmente en los sectores urbanos. Y a medida que la ciudad iba creciendo con más forasteros y con familias de patricios proscritos, se hicieron más numerosos.
Los plebeyos se hallaban dispensados del servicio militar y del pago de impuestos; no tenían ninguna influencia en el gobierno y, en tiempos remotos, no tenían juzgados que atendieran sus cuitas. Debido a ello, algunos de ellos buscaron seguridad adhiriéndose como clientes1. Más tarde, se les obligó a formar parte del ejército bajo las órdenes de centuriones patricios. Pero, los patricios tenían esclavos para cultivar la tierra cuando ellos peleaban y los plebeyos no, por tanto se veían forzados a pedir préstamos a los patricios. Ahora bien cuando no pagaban los usurarios intereses exigidos, una rigurosa ley autorizaba al acreedor a encarcelar o a reducir a esclavitud al deudor y a su familia.
En estas circunstancias, cuanto más prolongadas e importantes eran las guerras y el territorio romano aumentaba, tanto más penosa era la situación de los plebeyos. "Se quejaban -dice Tito Livio - que su destino fuera luchar por la libertad y el poder de Roma, mientras Roma oprimía y esclavizaba a sus mismos compatriotas."
En estas circunstancias los plebeyos tenían que actuar. Se refugiaron en los tribunos. En cada barrio o “tribu” había una pequeña junta de "tribunos" o "tribunal", cuyas decisiones todos acataban; se trataba, pues, de una especie de municipio en pequeña escala. Poco a poco, los tribunos se reunieron para deliberar juntos los problemas comunes de la ciudad. Era lógico que no se tardara en convocar de vez en cuando, en el mismísimo foro, a todo el pueblo para tratar asuntos concernientes a todos los romanos. Así nació una especie de representación popular no refrendada por la ley, pero lo bastante poderosa para hacerse respetar en los asuntos públicos. En un principio, no tenían capacidad jurídica para proteger eficazmente los intereses de los plebeyos, pero como suele ocurrir siempre, los poderes que los tribunos se arrogaron con el apoyo popular fueron reconocidos de jure por la sociedad entera. Respaldado por la mayoría del pueblo, los tribunos podían, pues, aprovechar esta situación para apoyar a sus hermanos de clase contra las exacciones de los magistrados patricios. A su vez, los plebeyos se comprometían por juramento a defender a los tribunos del pueblo contra todos los ataques, vinieran de donde viniesen.
De esta manera si el tribuno juzgaba desfavorable para la plebe una medida adoptada por el Senado o los cónsules, sólo tenía que poner su "veto" (me opongo) y la decisión era anulada. Cualquier ciudadano podía también apelar a los tribunos del pueblo para que lo ampararan de las injusticias. Por tal razón, las casas de los tribunos permanecían abiertas día y noche. El cónsul tenía el poder de decretar, y el tribuno, el derecho de oponerse; el poder del senador era positivo y el del tribuno, negativo.
Los pobres y los oprimidos mejoraron de esta manera su suerte, pero mientras Roma no instaurase leyes escritas, y sus cónsules y magistrados patricios administrasen justicia según costumbres antiguas que ellos solos conocían, la vida y los bienes de la plebe no estarían seguros. Varias veces se intentó redactar un código, pero en vano. "Después -dice Tito Livio- fueron enviados a Atenas tres hombres con la misión de recopilar las célebres leyes de Solón y reunir informes sobre las instituciones, costumbres y usos de los demás Estados griegos. Regresaron a Roma después de dos años de ausencia." Se nombró entonces, por un período de un año, a diez hombres llamados decenviros (decem, diez; vir, hombre), uno por cada tribu, para redactar las leyes. Durante ese año no se nombró a ningún otro funcionario. La asamblea popular aceptó en el Foro las leyes de los decenviros y su texto fue grabado sobre doce tablas de bronce.
La ley de las Doce Tablas constituye la base del célebre derecho romano. En cuanto a estilo, es una obra maestra de claridad y concisión. Los distintos artículos se expresan en forma lacónica y juzgan con extraordinario rigor. La ley no admite excepción alguna, ni circunstancias atenuantes. El legislador castiga hasta el menor delito, pero las leves no son crueles. La prohibición de torturar al hombre libre es uno de los principios capitales del derecho penal romano, mientras que en otros pueblos los precursores de la justicia humanitaria han luchado miles de años para conseguir igual resultado. Se ha conservado gran parte de la Ley de las Doce Tablas, pues los niños romanos aprendían su articulado en la escuela.
Las luchas internas de Roma durante casi todo el transcurso de los siglos V y VI antes de Cristo, no fueron más que un largo pleito entre patricios y plebeyos. Los tribunos del pueblo fueron logrando para su clase los derechos que antes sólo disfrutaban los patricios. Pero pasó un siglo antes que los plebeyos alcanzasen el derecho político decisivo: el de ser elegidos cónsules. Los patricios consiguieron retardar dicha reforma mediante la corrupción, los fraudes electorales y toda clase de artilugios. Siempre existía la posibilidad de anular los efectos de un decreto desagradable o de un veto adverso, a veces con la ayuda de sacerdotes o de augures. Pero a la larga, los patricios tuvieron que ceder y otorgar, de ordinario, uno de los cargos consulares a un plebeyo.
Lo más difícil estaba hecho. En adelante, los plebeyos podrían desempeñar todas las funciones de Estado, cada vez más numerosas. El mismo Senado tuvo que abrirse a ellos, ya que solía reservar un puesto a las magistraturas después de un año de ejercicio.
Hacia el 300, los plebeyos habían adquirido los mismos derechos políticos que los patricios, dando así fin a las agotadoras luchas sociales. Los romanos superaron las luchas de clases sin derramamiento de sangre, con aquella serenidad y sentido práctico que les caracterizaba y honraba tanto. Esta feliz solución se debió, en parte, al respeto recíproco de los partidos. Roma era una sociedad en la que todos, patricios y plebeyos, sentían idéntico ideal de valor y sobriedad. La situación cambiaría más tarde y los romanos sufrirían también sangrientas guerras civiles.

1 Se trataba de ciudadanos libres que voluntariamente se ponían bajo la protección de una persona rica (patronus –patrón-). El patrón tenía la lealtad política de su cliente y a su vez debía protegerle y ayudarle cuando lo necesitara. Se preocupaba de buscarle alojamiento si lo perdía, de encontrarle una buena esposa, de asistirle legalmente o de prestarle dinero y el cliente apoyaba todos los proyectos de su patrón votándole, asistiendo a sus fiestas, haciéndole la "pelota" al fin y al cabo. Esta situación era de gran importancia en aquella Roma, ya que las fuerzas políticas necesitaban el mayor número de clientes posible, y cuanto más importantes fueran mejor. En los primeros tiempos, la clientela había supuesto una relación íntima y casi sagrada entre patrón y cliente, pero se convirtió durante el imperio en una relación de alquiler: el cliente pasó a ser una figura decorativa, mal pagada y peor tratada, en el séquito de su señor.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Los patricios

Supongo que las notas que os he presentado acerca del ser de Parménides resultaron pesadas y poco interesantes ya que nadie me ha hecho un comentario. Hoy os traigo algunas curiosidades del imperio romano. En ese tema hubo contestación
 Después de situarnos en la escala del mapa en tiempo de los romanos, me parece que es interesante analizar un poco cómo era la sociedad romana. Los apuntes que presento los he sacado del libro “Historia universal de Roma” de Carl Grimberg.
Según este autor, la población de Roma se componía de ciudadanos libres y esclavos, como en Grecia. A su vez, los ciudadano libres se clasificaban en patricios y plebeyos, ambos grupos separados por una barrera infranqueable.
Hoy hablaremos de los patricios. Ya iremos viendo qué eran los otros miembros de la población más adelante.

Los patricios

Los patricios. La palabra patricio viene de pater (padre).  Eran miembros de las antiguas familias romanas  y estaban constituidos por aquellas personas libres que dependían de un pater familiae, cacique o jefe de una familia.
No había muchos pater familiaes en Roma, puesto que una familia constaba de todos los varones vivos descendientes por línea paterna de un antepasado común: tíos, primos, sobrinos y nietos, más sus respectivas esposas y sus hijas, hermanas y tías solteras.  Y si a este grupo de vivos le agregamos los antepasados difuntos, tendremos la gens. La partencia venía dada por el apellido, que era común a todos los miembros de la gens.
La familia podía acoger, por adopción, a los libertos y plebeyos. Recibían el nombre de clientes y aunque no podían casarse con los auténticos patricios, gozaban de la protección del padre de familia; en contrapartida, debían contribuir de una u otra forma al bienestar del grupo.
Inicialmente, los pater familias ejercieron atribuciones judiciales sobre los integrantes de su gens y familia, pudiendo aplicar penas de muerte en los casos en que el arcaico derecho consuetudinario de la tribu así lo estatuyera.
            El jefe de la familia romana disponía de gran autoridad. Tenía derecho ilimitado de imponer los castigos corporales que juzgara convenientes y podía vender a su mujer y a sus hijos como esclavos sin tener que responder ante la ley.  Hasta podía aplicar penas de muerte en los casos en que el arcaico derecho consuetudinario de la tribu así lo estatuyera. Sólo era responsable de sus actos ante los dioses.
El hijo seguía bajo la autoridad paterna aun cuando hubiera fundado su hogar o alcanzado las mayores dignidades estatales. La historia de Espurio Casio es un ejemplo. En el año 485, cuando fue cónsul, mandó distribuir tierras y trigo a los ciudadanos necesitados; esta medida le hizo sospechoso de querer soliviantar al pueblo, y al terminar su mandato fue presentada demanda contra él. Según costumbre, se dejó el  asunto en manos del padre de Espurio, quien en virtud de sus poderes paternales siguió el proceso, dictó sentencia de culpabilidad contra su hijo y lo condenó a muerte. Espurio había sido tres veces cónsul, había recibido los honores del triunfo, era casado y padre de familia, pero seguía, sometido a la autoridad paterna
La aplicación inexorable de los derechos paternos es una característica del derecho familiar romano por completo desconocida entre los griegos; es, en cambio, similar al derecho de los germanos. No obstante, los antiguos nórdicos trataron a los hijos reacios con cierta benevolencia.
Cada familia poseía un terruño de propiedad común intransferible, ni siquiera en arriendo o comodato, porque, enterrados bajo él, seguían viviendo sus ancestros; allí venían periódicamente de todas partes sus descendientes a rendirles culto y comulgar con ellos en un banquete sagrado.
Los pater familias, como los antiguos mayorazgos de Castilla, administraban el patrimonio familiar en provecho propio y, al menos originalmente, también en beneficio de los familiares que se hallaran en situación de indigencia no culpable. Dicho patrimonio incluía a los esclavos, pues desde el punto de vista jurídico eran universalmente considerados animales.
 Por regla general, los patricios poseían latifundios y fortunas cuantiosas en dinero cantante y sonante, y, por su nacimiento y potencial económico, dominaban la sociedad y la dirigían tanto en tiempos de guerra como de paz. Obviamente, ningún orden político podía funcionar a contrapelo del patriciado. Sus representantes se reunían en un lugar consagrado en las cercanías del Foro, donde discutían las leyes y decidían asuntos políticos importantes. Y sólo podían ser cónsules los elegidos de entre ellos.

Parece que la historia si ha avanzado en algunos de los aspectos antes mencionados; pero ¿se puede decir que todavía quedan algunas reminiscencias de los patricios en la sociedad, que llamamos avanzada, del siglo XXI?  

martes, 11 de octubre de 2011


Hace poco empecé a leer “Historia de filosofía” de Julián Marías, padre del escritor Javier Marías. Está muy bien.
            Al leer me entretuve, como hacía antes, en algunos temas relacionados con la ontología. Hoy os hago un resumen del primer filósofo que, según Marías, descubre el tema propio de la filosofía y el método con el cual se puede abordar. En sus manos la filosofía llega a ser metafísica y ontología; no va a versar ya simplemente sobre las cosas, sino sobre las cosas en cuanto son, es decir, como entes.
            El tema que he resumido a continuación es un tema apropiado para Iker, ya que le gusta resolver estos problemas, llamémosle, rebuscados; y para Nestor. A ver cómo resuelven el problema del sentido de la física. Aristóteles ya lo hizo.


Parménides
Vida:
Ø  Nac. ca. 540/539 antes de J.C. en Elea.

Doctrina
Ø  El gran descubrimiento de Parménides es el ente. Las cosas, muestran a los sentidos múltiples predicados o propiedades. Son coloreadas, calientes o frías, grandes o pequeñas, animales, árboles, rocas, estrellas, fuego, barcos hechos por el hombre. Pero consideradas con otro órgano, con el pensamiento, presentan una propiedad sumamente importante y común a todas: antes de ser blancas, o rojas, o calientes, son. Son, simplemente.
Ø  Esta doctrina la expuso en un poema que comprende un introducción de gran fuerza poética y dos partes
·         El objeto de la primera parte es vía de la verdad.
·         El objeto de la segunda parte es la vía de las opiniones o apariencias.
Ø  El núcleo del pensamiento se halla en la primera parte. Consiste en una proposición irrebatible:
·         El Ser es, y es imposible que no sea.
·         El No-Ser no es y no puede ni siquiera hablarse de él.
·         Es lo mismo el Ser que el Pensar [esto es, la visión de lo que es]´
§  Lo mismo es poder ser pensado que poder ser. Porque si, pudiendo ser, no fuese, sería la nada. Ahora bien la nada no puede ser objeto del habla ni del pensamiento, por cuanto hablar de nada es no hablar, y pensar en nada es no pensar en absoluto.
Ø  De estas proposiciones se derivan.
·         Hay solamente un Ser
§  Si estuviera dividido, habría de estarlo por algo distinto de sí mismo; pero el Ser no puede dividirlo algo distinto de él, pues fuera del Ser no hay nada. Ni tampoco se le puede añadir cosa alguna, puesto que rodo lo que se le añadiese sería el mismo Ser.
·         El Ser es eterno.
§  Si el Ser no hubiera existido siempre, debería haber un momento en el que no existiría. Pero el No-Ser es imposible que fuera. Análogo argumento sirve para el futuro.
·         El Ser es inmóvil.
§  Si se moviera debería haber algo en lo cual se mueve. Pero como sólo hay un Ser, el movimiento es imposible.
·         El Ser no tiene principio ni fin.
§  Si tuviera principio – o fin – debería haber otro ser que lo limitara. Pero solamente hay un Ser y, por tanto, no puede ser limitado por ningún otro ser.

Ø  Qué dice en la segunda parte
Ø  Ésta vía se mueve dentro de la esfera de la verdad, y por eso puede ser verdad y error. La medida en que exista una y otro solo se puede decidir desde la verdad.
·         La opinión se atiene a las informaciones del mundo, de las cosas. Estas informaciones son muchas y cambiantes. Las cosas son verdes, rojas, duras, frías, agua, aire, etc. Además se transforman unas en otras y están en constante variación.
·         La opinión entiende ese movimiento, ese cambio, como un llegar a ser. Y aquí está su error. El ser no se da en los sentidos, sino en el pensamiento. Es decir, la opinión, moviéndose en la sensación, que es lo que tiene, salta al ser sin utilizar el pensamiento, de que carece. Y esta es su falsedad.
·         La opinión, además de ser opinión, es de los mortales. Porque su órgano es la sensación y esta se compone de contrarios y por eso es mortal, perecedera como las cosas mismas. La opinión no tiene pensamiento, lo único que es divino, inmortal, como el ser.


Problema
Ø  La física es imposible desde el punto de vista del ser y, por tanto, de la filosofía. La física es la ciencia de la naturaleza, y naturaleza es el principio del movimiento de las cosas naturales. Si el ente es uno e inmóvil, no hay naturaleza.



A ver si planteándolo a vuestros alumnos me enviáis la solución. Ah! Y a ver qué me comentáis con las propiedades del ser. No vale decir está claro que no es así. Hay que decir por qué no es así.

viernes, 30 de septiembre de 2011

La escala del imperio romano

Me impresionó ver las contestaciones al blog. El estilo de los escritos era de verdaderos blogeros. ¿Estarán estos chicos tan acostumbrados a estas cosas? Parece que sí.
Egoitz me comenta que me tengo que fijar en los pueblos que configuraban el imperio. Da a entender que los pueblos sometidos por Roma eran más atrasados que él y que ahí radicaba su ventaja.
Me parece interesante recordar los períodos de vida de Grecia y Roma (los pueblos que forjaron la cultura occidental).

La Grecia clásica abarca desde 500 a 323 a.C.
El período helenístico abarca desde 330 a 146 a.C

La Monarquía de Roma abarca desde 753 a 509 a.C
La República desde 509 a 31 a.C.
El Imperio desde 31 a 476 d.C.

Los griegos se pelearon entre sí, se pelearon con los persas, Alejandro llegó hasta la India, los romanos se pelearon con los griegos, con los orientales, con Cartago,… en fin creo que con pueblos que sabían lo que era gobernar.  
Sin duda Roma fue un precedente; pero ahí está el mérito. ¿Cómo se puede someter a los pueblos vecinos con medios tan lentos? La infraestructura realizada permite que el imperio perdure más; pero ralentiza el inicio. Si además de tener una posibilidad de movimiento lento, tienen que hacer la carretera fijaos hasta donde llega la lentitud de la comunicación. No podían sufrir de reunionitis.
Me gustó lo del cacique con dinero en el bolsillo de Iker; pero hay que tener en cuenta que ese cacique tenía que recaudar impuestos para él y los romanos y esto no sería fácil. ¿Cómo evitar la sublevación?
Robin Lane Fox en su libro “El mundo clásico” atribuye la estabilidad del imperio a dos razones: La ausencia de un nacionalismo exacerbado (excepto en la problemática Judea) y al gobierno de clase. Una de las razones principales de la lealtad de la clase dirigente en las provincias menos civilizadas era su conciencia explícita de que, sin el poder de Roma, podían volver a las facciones y las luchas intestinas.
Quedan muchas cosas sin aclarar; pero eso le dejamos a Nestor. Cuando madure su respuesta seguro que nos aclarará.

Joxemari